Hoy un menor de edad, estudiante de noveno grado de 16 años fue asesinado camino a la escuela por cuatro sujetos, recibiendo cinco impactos de bala en su cuerpo. Esto ocurrió en la Escuela Antonio José Cañas de Soyapango a pocas horas que se celebrara el Día del Niño.
Me compadezco de su madre y de su familia que en su profundo dolor se cuestionan qué le debía Vitelio al mundo para ser asesinado de tal manera. Estoy seguro que nada.
Esta noticia aparece en mitad de página de un periódico, sumergida entre siete páginas de publicidad. No quiero pensar que vivo en un país al revés, donde lo normal y lo cotidiano es la violencia y la muerte, donde el asesinato de un niño camino a la escuela merece media página del periódico.
Estos hechos atentan contra lo más importante de una sociedad, la familia. No podemos tener una sociedad democrática y pacífica cuando no se brinda la mínima seguridad social a los ciudadanos.
La cantidad de pandilleros supera en miles a los policías. La PNC y la Fiscalía reconocen que no pueden investigar la cantidad de extorsiones y homicidios que se demandan. ¡Qué pasa en El Salvador!
Esto simplemente se convierte de nuevo en un llamado urgente a la participación civil en un proyecto solución. Muchos dirán que es tarea del Gobierno, de hecho lo es, pero nos hemos dado cuenta que es incapaz de controlar el problema y solo porque es tarea del gobierno no creo que estemos dispuestos a ser testigos de más muertes esperando a que las instituciones correspondientes tengan la capacidad de atender todos estos actos desastrosos. De igual forma toda participación ciudadana no debe sustituir nunca la labor del gobierno local y central, al contrario debe de ir impregnada de un sentido profundo de denuncia y de exigencia a una mejor labor de estas entidades.
El conocer la problemática nos responsabiliza moralmente y el no reaccionar nos hace cómplices de esta atroz ola de violencia.
Involucrar y motivar a personas a participar en proyectos sociales no es fácil. Los salvadoreños tenemos una pared construida con una amalgama de indiferencia y olvido que hace que no nos sensibilicemos y por tanto que no nos sintamos parte importante de grandes soluciones ante grandes problemáticas sociales. No seamos injustos con nuestro propio país, con nuestra propia gente. Venzamos ese muro, reaccionemos, participemos.
Nuestra vida no se nos ha dado para que la reservemos y la escondamos hasta el fin de nuestros días. Vivir es compartir, es gastar nuestra vida en el servicio a los demás.
Casi llegando a su escuela a 160 metros, su vida en 20 segundos fue arrebatada de la manera más salvaje e inexplicable.
Este hecho se denuncia, se investiga y se condena. Y se crean las condiciones sociales necesarias para que jamás vuelva a suceder. Lo digo y lo exijo porque estoy dispuesto a luchar por un país donde se respeta la vida y la dignidad de las personas, porque estoy dispuesto a luchar por no vivir en un país al revés.
Me compadezco de su madre y de su familia que en su profundo dolor se cuestionan qué le debía Vitelio al mundo para ser asesinado de tal manera. Estoy seguro que nada.
Esta noticia aparece en mitad de página de un periódico, sumergida entre siete páginas de publicidad. No quiero pensar que vivo en un país al revés, donde lo normal y lo cotidiano es la violencia y la muerte, donde el asesinato de un niño camino a la escuela merece media página del periódico.
Estos hechos atentan contra lo más importante de una sociedad, la familia. No podemos tener una sociedad democrática y pacífica cuando no se brinda la mínima seguridad social a los ciudadanos.
La cantidad de pandilleros supera en miles a los policías. La PNC y la Fiscalía reconocen que no pueden investigar la cantidad de extorsiones y homicidios que se demandan. ¡Qué pasa en El Salvador!
Esto simplemente se convierte de nuevo en un llamado urgente a la participación civil en un proyecto solución. Muchos dirán que es tarea del Gobierno, de hecho lo es, pero nos hemos dado cuenta que es incapaz de controlar el problema y solo porque es tarea del gobierno no creo que estemos dispuestos a ser testigos de más muertes esperando a que las instituciones correspondientes tengan la capacidad de atender todos estos actos desastrosos. De igual forma toda participación ciudadana no debe sustituir nunca la labor del gobierno local y central, al contrario debe de ir impregnada de un sentido profundo de denuncia y de exigencia a una mejor labor de estas entidades.
El conocer la problemática nos responsabiliza moralmente y el no reaccionar nos hace cómplices de esta atroz ola de violencia.
Involucrar y motivar a personas a participar en proyectos sociales no es fácil. Los salvadoreños tenemos una pared construida con una amalgama de indiferencia y olvido que hace que no nos sensibilicemos y por tanto que no nos sintamos parte importante de grandes soluciones ante grandes problemáticas sociales. No seamos injustos con nuestro propio país, con nuestra propia gente. Venzamos ese muro, reaccionemos, participemos.
Nuestra vida no se nos ha dado para que la reservemos y la escondamos hasta el fin de nuestros días. Vivir es compartir, es gastar nuestra vida en el servicio a los demás.
Casi llegando a su escuela a 160 metros, su vida en 20 segundos fue arrebatada de la manera más salvaje e inexplicable.
Este hecho se denuncia, se investiga y se condena. Y se crean las condiciones sociales necesarias para que jamás vuelva a suceder. Lo digo y lo exijo porque estoy dispuesto a luchar por un país donde se respeta la vida y la dignidad de las personas, porque estoy dispuesto a luchar por no vivir en un país al revés.
Gerardo Calderón
Director Social
Un Techo para mi País El Salvador
Director Social
Un Techo para mi País El Salvador
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