jueves, 10 de septiembre de 2009

El Salvador no es un País Libre para Todos.


El Salvador no es un País Libre para Todos.

En El Salvador no todos somos libres de decidir sobre el futuro de nuestras vidas, no todos tenemos la certeza que el trabajar duro nos asegura una mejor vida. En El Salvador casi la mitad de la población (40 %) viven presos de la pobreza.

La independencia de El Salvador buscaba que el país dejara de ser colonia española y así a través de nuestra libertad crecer. Es inaceptable que casi 188 años después de la independencia aún existan familias que trabajan, que sueñan, que quieren salir adelante, que creen que sus hijos pueden llegar a la universidad y que todos sus esfuerzos sean frustrados por un sistema de oportunidades que excluye a los más pobres.

Lo peor que le puede pasar a un país es que su pueblo olvide su historia. Generalmente los salvadoreños somos culpables de cometer los mismos errores, no sanar los problemas estructurales, seguir proponiendo soluciones parches, aceptando las fallas de otros, etc., todo por acomodarnos a olvidar.

El fin de semana pasado (4-6 sept) 150 jóvenes universitarios no se olvidaron que en El Salvador existen casi 2 millones de personas viviendo en pobreza, no fueron indiferentes a la cruda realidad que viven estas familias al no tener un techo que los proteja y que los defienda. Estos jóvenes no solo se recordaron de todos estos salvadoreños de los que pocas veces nos recordamos, sino que decidieron dar un paso más y actuar.

Los 150 jóvenes construyeron 21 viviendas de emergencia junto a las familias de cuatro asentamientos en pobreza (Boca Poza en La Libertad, Zunganera y Pimental en La Paz y Los Amates en Chalatenango), reconocieron la dignidad humana en cada uno de ellos y trabajaron hombro a hombro por dar un primer paso a la verdadera libertad, donde estas personas fueron capaces de soñar, decidir, trabajar y hacer realidad el tener un lugar más seguro donde vivir.

Estos tres días de trabajo y convivencia marcó e hizo despertar a estos jóvenes y darse cuenta que todavía hay muchas más familias que la están pasando mal y que no pueden esperar un día más en sus casas de bahareque y plástico. Lejos de sentirse satisfechos, esta experiencia de trabajo cambió sus vidas y generó un compromiso profundo de seguir trabajando permanentemente en los asentamientos más pobres donde la injusticia se vive y se respira día a día.

La libertad en El Salvador quizá no se ganó completamente en 1821, y aunque haya pasado tanto tiempo, lo cierto es que 188 años después hay toda una generación de jóvenes convencida que ahora, la libertad, si se puede ganar para todos a través del trabajo, dispuestos a integrar a toda la sociedad para superar la pobreza, condición que tiene atrapados a muchos.

No permitamos que el día de la independencia solo tenga sentido para unos salvadoreños y para otros sea solamente una fecha en la que el país se viste de azul y blanco.

Gerardo Calderón
Director Social
Un techo para mi País - El Salvador

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