jueves, 10 de diciembre de 2009

QUE LA URGENCIA NOS UNA

Fui a mi primera construcción en Diciembre de 2004, cuando recién finalizaba mi primer año de Licenciatura en Economía en la UCA, después de esa experiencia y hasta este momento toda mi vida ha estado vinculada cada vez más a Un techo para mi País y lo que esta institución representa para miles de jóvenes y familias en Latinoamérica.

Mi experiencia en los primeros años fue muy parecida a la de cualquier otro voluntario. Abrir espacio en mi vida de estudiante universitario para ir a construcciones, participar en colectas, encontrar tiempo entre clases para organizar campañas universitarias y sobre todo vivir mi país a través del trabajo en los asentamientos humanos, descubriendo cada vez más que la verdadera riqueza de El Salvador se encontraba en las miles de familias que habitan en ellos.

Como muchos otros voluntarios, tuve la oportunidad de participar en diversas actividades en “otros techos” y a partir de éstas me fui dando cuenta que en cada país que visitaba, dentro de los asentamientos se vivía una realidad exactamente igual que la de El Salvador. Me encontraba con las mismas historias, los mismos niños y con la misma pobreza que envolvía las verdaderas capacidades de las familias. Empecé a evidenciar y comprender que la pobreza extrema está generalizada en sus mismas facetas en todo el continente. También conocí a muchos jóvenes dispuestos, al igual que los salvadoreños, a vivir su juventud a través del trabajo comprometido con estas familias y llegué a la conclusión que no había “otros techos” sino la misma institución, compuesta por los mismos jóvenes y trabajando por las mismas familias, en un espacio geográfico que trascendía las fronteras nacionales.

Desde Septiembre del 2008 trabajo en Un techo para mi País en Nicaragua, vine a este país a comenzar nuestra institución. Junto con Javiera Serani, compañera de trabajo chilena, y cada vez más jóvenes universitarios y profesionales nicaragüenses hemos ido edificando una institución que cada día beneficia a más familias que viven en extrema pobreza y se ha ido ganando la aceptación y el cariño de los nicaragüenses.

En Diciembre de 2008 realizamos nuestra primera construcción de 5 viviendas de emergencia, involucrando a alrededor de 70 jóvenes. En el 2009, cerraremos el año con 200 familias beneficiadas con una vivienda y más de 1,500 jóvenes movilizados, cifras que demuestran que Un techo para mi País no tiene nacionalidad determinada y que mientras haya un país latinoamericano en el que sobrevivan familias en extrema pobreza y jóvenes dispuestos a trabajar junto a ellas, la institución y los que la componemos estamos llamados a trabajar en éste.

Asumir el reto de dejar El Salvador para trabajar en otro país no hubiese sido posible sin primero haber conocido las necesidades de mi país y por algunos años trabajar junto a cientos de otros jóvenes salvadoreños, tampoco hubiese sido posible sin el apoyo incondicional de mi familia que siempre ha estado conmigo en los tiempos complicados y en los logros alcanzados y sobre todo, creo que no hubiese sido posible sin tener la certeza de que estaba haciendo lo correcto. Certeza que proviene de la confianza que tengo en la generación de jóvenes a la que pertenezco y que en todo el continente formamos Un techo para mi País.

Estos últimos años, los salvadoreños hemos dejado nuestro país para trabajar en Chile, Colombia, Guatemala, República Dominicana, Bolivia y en mi caso, Nicaragua; y han sido muchos más latinoamericanos que han trabajado fuera de sus países de origen en la construcción de un continente más digno. Y es que la pobreza en nuestro país es solo un reflejo de todo un continente que alberga a millones de personas que cada día sobreviven en las mismas condiciones injustas.

Comprender que nuestro deber trasciende a nuestro país es un paso más en la radicalización del compromiso por la causa de los más pobres, y creo que en esta institución Latinoamericana cada día somos más los que entendemos felizmente que nuestra superación personal se encuentra en la construcción colectiva de un continente basado en la dignificación urgente de los más pobres. Urgencia que en este momento se refleja en El Salvador y en todos los rincones de nuestra Latinoamérica.

Luis Bonilla Ortiz-Arrieta

Gerente General de UTPMP-Nicaragua

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